Comparto con ustedes una de las dos historias ganadoras del último concurso de Hexe Bibliothek.
Gracias por la autorización del autor.
*
El último recurso
Sea
lo que fuese lo que aquella criatura trajo a nuestro mundo, pronto infectó a
gran cantidad de personas, las cuales a su vez murieron y propagaron la
infección a miles más a base de mordiscos. Todo sucedió tan rápido que no hubo
mucho que se pudiera hacer al respecto. Semana tras semana los infectados (zombies,
no muertos, llámenlos como quieran) crecieron en número mientras nosotros nos
acabábamos.
Diez años después la raza humana se aproximaba
a su inminente extinción.
Del
misterioso objeto y su ocupante no se volvió a saber nunca. Algunos especularon
que ambos fueron ocultados por el gobierno británico (cuando aún existía) o que
el vehículo, si es que lo era, regresó a su mundo de origen cuando su piloto
fue asesinado. Lo más probable es que ambos fueran destruidos. En cualquier
caso, a nadie le importaba ya, los sobrevivientes intentábamos no pensar en el
pasado cuando el futuro se nos escapaba de las manos.
Los
pocos sobrevivientes nos ocultamos en subterráneos, cuevas y montañas. Las
ciudades se consideraban perdidas desde hacía años. Fue en aquellos aciagos
días que llegué como refugiado a Londres, o lo que quedaba de ella. Como zona
cero de la infección fue fuertemente bombardeada y desinfectada por los
militares, la ciudad se perdió en el proceso, pero sus ruinas se convirtieron
con los años en el último bastión seguro de la humanidad. Por supuesto que
llegar allí no era sencillo, miles murieron en la penosa y peligrosa peregrinación.
Yo fui uno de los afortunados que logró abordar el último navío proveniente de
América.
Fue
en aquellas ruinas donde conocí al viejo Matt, un escoses que lideraba el
campamento de refugiados al que fui asignado y con quien no tardé en forjar una
fuerte amistad. En aquel entonces no lo sabía, pero Matt trabajaba en algo que cambiaria
para siempre las cosas.
Mi
amigo resultó ser un gran científico, el antiguo decano de física de la
universidad de Oxford. En 2012 y tras una ingente labor, Matt terminó su gran
proyecto, la clave para salvar a la humanidad, ¡una máquina del tiempo! No me
pregunten cómo es que lo consiguió, yo mismo lo ignoro, únicamente sé que su
invención era capaz de viajar libremente a través del flujo del tiempo, más no
del espacio, algo relacionado con el principio de indeterminación de
Heisenberg.
La
idea era simple, utilizar su invención para viajar al futuro en busca de una
cura a la infección, o en ausencia de ella, un lugar al cual escapar de los
monstruos caníbales, para lo cual se decidió que viajaríamos diez años en el
futuro. No sin dificultades el viaje se realizó el 24 de diciembre de ese año. No
los aburriré con los preparativos ni con los detalles técnicos del proceso de
nuestra travesía, sólo les diré que cuando todo terminó, el panel de
instrumentos indicaba la fecha hacia la que habíamos saltado, 24-12-2021.
Matt
y yo esperamos a recuperar el equilibrio y descendimos de la maquina, lo que
vimos nos dejo sin aliento. Londres seguía en ruinas y más perturbador aún, no había
señal alguna de sobrevivientes. Negándonos a aceptar lo evidente recorrimos los
túneles del metro y demás refugios sin encontrar nada más que un paramo inerte.
Mi viejo amigo fue el primero en decir lo que ambos nos negábamos a aceptar, la
humanidad estaba extinta, aquellos monstruos habían triunfado. Devastados por
la visión de aquel mundo muerto rehicimos el camino de vuelta a la máquina del
tiempo, con el peso de semejante conocimiento sobre nuestros hombros.
Desgraciadamente
nuestra desventura únicamente comienza, al doblar la esquina de un túnel nos
topamos con un gran grupo de hambrientos no muertos, los cuales se lanzaron a
nuestra caza con una brutalidad que nos congeló la sangre. No sin grandes
problemas logramos salir de los túneles, siempre con las criaturas pisándonos
los talones, pero sólo para encontrar a decenas de ellas deambulando alrededor
de la maquina. Jugándonos el todo por el todo nos abrimos paso a sangre y fuego,
con las escopetas que habíamos traído con nosotros, a través de la turba de
cadáveres que intentaban hacer de nosotros su demencial alimento. Agotamos la
munición pero logramos llegar a la maquina justo antes de que la ya inmensa horda
nos superara. Matt agotado recargó su espalda en el panel de acceso y me hizo
pasar velozmente al interior, pero cuando llegó su turno de hacerlo se negó con
un sutil movimiento de cabeza, tan sólo se limitó a sonreírme melancólicamente mientras me
mostraba su brazo izquierdo, el cual lucia lo que a todas luces era una herida
por mordedura. Sin decir palabra manipuló el panel de control sellando por
fuera el acceso.
Estaba
solo, completamente solo. Era el último ser humano sobre la tierra, saberlo fue
tan abrumador que me llevó a tomar una decisión. Me dirigí a los controles de
la maquina y digite en el teclado el único destino posible. La computadora
emitió un pitido, indicando que las coordenadas temporales habían sido
aceptadas, así que me recosté en el asiento de mi amigo desaparecido y esperé a
que la maquina hiciera su magia.
Sí,
volvería al pasado y daría aviso sobre los horrores que se avecinarían.
Advertiría sobre aquel objeto y su maldito ocupante antes de que desataran su
maldición sobre el mundo. Tan concentrado estaba en esos pensamientos
mesiánicos, que apenas sentí el mordisco en el cuello. De algún modo una de
esas cosas había logrado introducirse en la maquina y aprovechando mi descuido
clavó sus impuros dientes en mi carne. Venciendo el dolor y haciendo acopio de
todas mis fuerzas golpeé a la criatura con la escopeta, que aún sostenía, hasta
que escuche como su cráneo se partía con un sonido viscoso, de inmediato la
presión sobre mi cuello cesó y la sangre comenzó a cubrir mi ropa. Era mi fin.
En
estos momentos la maquina viaja a través del entramado del tiempo, espero que
no demore más, puedo sentir como la infección poco a poco se apodera de mí.
Puedo sentirla corriendo por mis venas, devorando mis órganos, fracturando mi
mente. Tengo que advertirles…
Difícil
se vuelve pensar… no escribir bien puedo. Todo confuso es, cuerpo arde…
números, números aparecen frente mí… 13-06-2000… algo importante con esos
números, yo no recordar… puedo.
¡HAMBRE!
Un
muro… desaparece a mi izquierda… salir… ¡debo salir!
Afuera
hace frio… gente…gente que mira…
…se
ven sorprendidos…
se
ven… asustados…
se
ven sabrosos…
Leonardo
Camalesi Jaramar
Genial! :'33! Oh! oh! Sinceramente, es increíble. Buen final! Lo ame! :33
ResponderEliminar